Gigantes de bronce que resisten al tiempo

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Vista general de la escultura

Hablar de monumentos en Quito, es entrar en un grato tema. Hay para todos los gustos, tipos, ideologías, motivaciones y tendencias. Como capital de la Nación, el arte es pieza fundamental del diario vivir quiteño. Un favorito personal, es el de «La Lucha Eterna», dado el nivel de realismo que posee. Ese encanto de aquello que nos llega de otra época, donde las cosas se hacían a mano, con sudor y esfuerzo. Mirar estas moles resistentes al tiempo, me hace pensar en que fueron motivadas por algo más que darle ornato a la ciudad; sino mas bien, una idea de eternidad dentro de las formas que la escultura pretende representar.

El artista

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En lo personal, nunca me han gustado las firmas dentro de la obra

Un franchute es el realizador de esta magnífica obra. Emile Peynot tiene un largo historial de éxitos que el mundo ha podido atestiguar.

Más movido que merengue

Al igual que muchas de las obras de arte de la ciudad, la escultura de «la Lucha Eterna» ha sufrido varios traslados a través de los años. Nos cuenta Wikipedia:

Dispuesta a participar de las conmemoraciones por el centenario de la Batalla de Pichincha, que un 24 de mayo de 1822 selló definitivamente la «independencia» del país. La colonia de ecuatorianos residentes en Francia comisionó una escultura para donar a la ciudad capital. El artista escogido fue Émile Peynot, quien había sido alumno del célebre Rodin y ya había demostrado su capacidad escultórica en varias piezas de la ciudad de Buenos Aires, como la Ofrenda floral a Sarmiento. La Junta de Embellecimiento de la Ciudad de Quito coordinó la donación, transporte y ubicación de la escultura en el entonces parque 24 de Mayo (actual El Ejido), en donde fue colocada en 1922.

Años después, alrededor de 1970, fue trasladada al Palacio Legislativo para embellecer los jardines laterales del mismo. En la década de 1980 se la reubicó en una glorieta que existía en el cruce de las avenidas Eloy Alfaro y República, de donde fue retirada cuando la misma desapareció por reordenamientos geométricos para facilitar el tránsito en el sector. Después de casi 10 años en los que participó en exposiciones temporales de arte, fue finalmente devuelta al parque El Ejido, donde se la instaló el 9 de agosto de 2014

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El dragón peleador sin ley…

¿Quién es el que lucha?

Dos hombres se baten a combate sobre un dragón. Todos son de bronce por fuera y vacíos por dentro -esa fue la técnica escultural utilizada- pero también, hay que mencionar que están situados sobre una base de piedra. El hecho de que sea una estructura formidablemente dura por fuera, pero vacía por dentro, nos hace preguntar que podría caber dentro de ese vacío. A lo mejor el tiempo, que si bien no se puede «contener» dentro de algo, se puede pensar en una obra escultórica que lo eternice en un envase que nos recuerde su devenir. A lo mejor, nuestras ansias de lucha contra los dragones de nuestro diario vivir, o incluso, contra dragones que estén más allá de lo material.

El hombre siempre está en lucha, contra otros hombres, otras bestias y sobre todo, contra si mismo. El Hombre, es quien triunfa sobre su propia bestia y renace victorioso de la contienda contra el tiempo. De ahí que, de la lucha eterna se puede salir victorioso ante todo, incluso derritiendo la dureza del metal erigido sobre piedra.

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Para quienes quieran visitarlo, pueden dirigirse a la Av. Patria y Amazonas, en el parque El Ejido; frente de la «Puerta de la Circasiana».